Malthus: el agorero inmortal
Siempre me ha fascinado el Malthusianismo y su actualidad (incluso es citado como uno de los puntos principales en el Best Seller Inferno de Dan Brown) teniendo en cuenta que su origen se remonta a finales del siglo XVIII. Su esencia es fácil: la población crece en progresión geométrica y los recursos disponibles en progresión aritmética. Extendido en el tiempo supone la cada vez mayor pobreza a que está condenado el ser humano o incluso su desaparición.
Las teorías de Malthus fueron tan importantes que uno de los gigantes de la ciencia, el propio Charles Darwin, las usó para componer su obra principal: la teoría de la evolución.
Es conocido, sin embargo, que las matemáticas de Malthus (afortunadamente) fallaron: predijo la extinción de la raza humana para el año 1880 (con lo cual usted no tendría la fortuna de estar leyendo este texto). ¿Qué falló en el argumentario Malthusiano? Algo fundamental: no tuvo en cuenta a la tecnología.
Así pues, la tecnología ha evitado nuestra extinción datada por Malthus en 1880 porque ha permitido aumentar los recursos disponibles mucho más allá de lo que el bueno de Malthus calculó. La cuestión relevante es ver si la tecnología evita el final malthusiano o solo lo aplaza. ¿Cinética vs termodinámica? ¿hemos atrasado un final inevitable? ¿o la tecnología no tiene límites en su eficiencia? ¿la tecnología ha ganado o solo ha empatado?...
Jeremy Rifkin: el agorero del Partido Demócrata
¿Y qué pasa con el impacto en la sociedad? ¿Ha liberado la tecnología al ser humano de trabajos penosos? Sí. Pero, ¿puede liberar al ser humano de cualquier trabajo? Posiblemente. Y depende de cómo se gestione el cambio podrá ser para bien... o para mal.
El fin del trabajo es un libro escrito por el economista Jeremy Rifkin en el que adelanta que la enorme tecnificación (automatismos, informática) destruirá (como ya lo está haciendo) muchas horas de trabajo remunerado. ¿Esto es bueno o es malo? Depende. En la sociedad actual esto puede suponer un aumento de paro estructural en el que buena parte de la sociedad quede marginada de por vida. ¿Seremos capaces de migrar a un sistema en el que podamos repartir los recursos de otra manera? En función del sistema económico que forjemos el futuro de nuestra sociedad será uno u otro, pues la tecnología cambiará para siempre nuestra sociedad actual.
Lo que todavía no sabemos es si lo hará para bien... o para mal.
En el pasado hemos aprendido que la tecnología al menos aplazó a Malthus. Habrá que ver si es capaz de eludir uno de los abismos que detalla Rifkin...